Desde que nacemos necesitamos del otro. Somos un ser social, como ya dijo Aristóteles, en el año 384-322, a. de C«El hombre es un ser social por naturaleza» para constatar que nacemos con la característica social y la vamos desarrollando a lo largo de nuestra vida, ya que necesitamos de los otros para sobrevivir.
Por tanto, si vamos a tener que convivir los unos con los otros, vamos a intentar hacerlo de la manera más adecuada para poder vivir en armonía, con nosotros mismos y con los demás.
La asertividad es la herramienta para ello.
Se basa en tener en cuenta la forma y el lugar. En saber decir lo que quieres de una forma adecuada y en el momento correcto.
Esta muy relacionada con la autoestima, ya que si tú te valoras sabrás decir que no a lo que no te interesa hacer y lo sabrás decir a tu interlocutor de una forma adecuada para no ofenderle.
Cuando posees una adecuada autoestima, sabes lo que quieres, lo que piensas y en caso de dudar en algo sabrás dar con el camino correcto.
Es importante que exista coherencia entre lo que piensas, lo que dices y lo que sientes en tu corazón para que tu energía fluya correctamente.
Por eso no es conveniente hacer constantemente cosas que no te convencen y con las que no estas de acuerdo, porque te sientes obligad@ por no saber decir lo que piensas realmente.
La asertividad, también está muy relacionada con los límites, es el arte de saber decir que no, sin crearte mala conciencia.
Significa saber lo que quieres y saber pedirlo de una forma serena y calmada, nunca desde la agresividad.
Alguien que grita, falta al respeto, es tóxico, pero nunca asertivo.
Y hay que tener en cuenta que la agresividad se representa de una forma verbal, pero también no verbal (con una mirada, un gesto…)
La asertividad como pasa con la sinceridad, siempre se ha de ejercer desde el respeto y la empatía, que es la capacidad de ponerse en el lugar del otro.
Si planteamos un ejemplo donde poner en práctica la asertividad podría ser el siguiente:
Mariano y Pedro son dos amigos que han quedado para verse y tomar un café el Sábado a las 9.00.
Mariano espera desde las 9.00, pero Pedro aparece a las 9.30.
Durante esos 30 minutos Mariano se enfada porque él ha dejado cosas por hacer en su casa por no llegar tarde, porque considera que es una falta de respeto y una forma de no valorar el tiempo de los demás y considerar que el tuyo es más importante…
Esto indudablemente va según el carácter pero está claro que siempre hay tiempo para mejorar este defecto, si es que se tiene.
Justo entonces aparece Pedro, 30 minutos más tarde y sin decir nada además de Hola..
En este punto Mariano puede actuar de varias formas:
1. De forma agresiva: Mirando con mirada desafiante a su amigo y empezando a gritarle, con lo que va a conseguir sentirse mal en cualquier caso por el subidón de mal genio, tensión arterial y la posibilidad de perder a su amigo.
2. De forma pasiva: nadie dice nada y olvidan lo sucedido.
Este comportamiento denota falta de autoestima porque consientes sin rechistar, que tu amigo no valore tu tiempo en absoluto ya que ni siquiera se ha disculpado por llegar tarde.
Y a Mariano le genera energía negativa no gestionada, ni resuelta.
3. De forma pasiva fingida, dónde Mariano no dice nada pero se queda con el rencor y las ansias de venganza y la próxima vez que quede con Pedro ya se ha apuntado en su agenda mental llegar una hora tarde…
4. De forma asertiva: donde Mariano le dice a Pedro lo siguiente:
1. ¿Que ha pasado Pedro, que llegas tan tarde?
2. Me podías haber avisado porque he salido deprisa para no hacerte esperar y he dejado cosas pendientes en casa, que en media hora hubiera podido terminar.
3. Comprendo que cuesta madrugar un Sábado, porque a mi también me ha costado también, pero si no puedes quedar me lo dices y quedamos otro día.
Realmente los ingredientes son:
1. Preguntar la razón de su tardanza
2. Usar la empatía (ponerle y ponerse en situación del otro)
3. Justificar y entender sus circunstancias
4. Explicar el problema que te ocasiona si te hace perder 30 min de tu tiempo
5. Consecuencias positivas de cambiar su conducta.
6. Consecuencias negativas de seguir así.
En este ejemplo vuelve a lucir la autoestima de Mariano que no consiente que nadie le falte al respeto o no valore su tiempo, ya que es importante estar seguro de lo que piensas y de lo que dices para que nadie te pueda manipular y hacerte sentir, siendo tú el perjudicado como el que tiene la culpa.
En este punto podemos enlazar con la Asertividad en pareja o con los hijos.
Nunca hay que permitir la manipulación de pensamiento haciéndonos pensar que no valemos o somos l@s culpables porque para empezar en una discusión de dos, siempre existen tres verdades: tu verdad, mi verdad y la verdad.
En pareja: hay que usar la asertividad para no ser imprudente. Ya sabemos que: somos esclavos de nuestras palabras.
Es muy injusto y por otro lado muy común que tratemos con más delicadeza a cualquier persona fuera de casa y en nuestro hogar, dulce morada, la confianza «de asco»
No podemos perder la perspectiva de que el hombre y la mujer solemos enfocar nuestras preocupaciones de forma diferente.
La mujer ante algo que le preocupa tiene la necesidad de expresarlo, cuanto antes y el tiempo que haga falta, con su madre, mejor amiga o ambas.
Sin embargo el hombre, por regla general, se guarda sus preocupaciones e intenta resolverlas para no preocupar a nadie aunque a la larga preocupa más porque le afecta al carácter sin dar ninguna explicación. Tiende a hacerlo por su rol de protector que viene desde tiempos inmemoriales.
Hay que tener en cuenta aquí algo importante:
Al final vivir en pareja no es estar en guerra sino la búsqueda de un hogar donde reine: la armonía, la paz y el amor. Para ello hablarnos de forma asertiva genera que se solucionen con respeto los conflictos y que esto genere un aprendizaje para no caer continuamente en los mismos errores.
En cuanto a la relación con los hijos: es muy importante tratarlos con asertividad, practicando el refuerzo positivo frecuentemente, consolidando una sana autoestima que les permita defenderse, al igual que los adultos de personas que quieran ofenderles y/o manipularles. Ayudarles a resolver sus conflictos y problemas y no quedarse en el victimismo, sino generarles capacidad de gestionar y reaccionar ante la situación en cuestión buscando soluciones y elaborando un plan de acción.